miércoles, 25 de marzo de 2015

Eres un diamante perfecto.


Se cuenta que un tratante en diamantes fue a comprar nuevas piezas y mientras lo hacía las  observaba durante  mucho rato. De vez en cuando separaba su vista del diamante que examinaba y la fijaba por unos minutos sobre el diamante que llevaba en el anillo de su mano, para de nuevo mirar el diamante que quería comprar.

Después explicó que al mirar mucho tiempo atentamente un diamante, la vista pierde la facultad de distinguir bien, por lo cual era preciso para él fijarse de vez en cuando en su propio diamante perfecto para poder apreciar el diamante que evaluaba.


En muchas oportunidades, para poder apreciar el valor de  otros es necesario volver la vista a nosotros mismos. Mantener la vista fija en las personas nos hace perder la facultad de ver bien. Mirar nuestro propio valor, reconociendo el diamante que somos, es la mejor manera de apreciar el valor en lo que nos rodea.

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